"¡Qué grande, Señores, y qué plausible debe ser para todo argentino este día consagrado por la nación para festejar el primer acto de soberanía popular que ejerció este gran pueblo en mayo del célebre año 1810! ¡Y cuán glorioso es para los hijos de Buenos Aires haber sido los primeros en levantar la voz con un orden y con una dignidad sin ejemplo! No para sublevarnos contra las autoridades legítimas constituidas, sino para suplir la falta de las que, acéfala la Nación, habían caducado de hecho y de derecho. No para sublevarnos contra nuestro soberano, sino para conservarle la posesión de su autoridad de la que había sido despojado por un acto de perfidia. No para romper los vínculos que nos ligan a los españoles, sino para fortalecerlos más por el amor y la gratitud, poniéndonos en disposición de auxiliarlos con mejor éxito de su desgracia. No para introducir la anarquía, sino para preservarnos de ella" (Juan Manuel de Rosas).