Jorge M. Ramallo y Fermín Chávez. |
Ha muerto en Buenos Aires el 7 de enero de 2016, el profesor Jorge María Ramallo, docente de la Universidad Católica Argentina, Universidad del Salvador y de la Universidad de Buenos Aires. Fue miembro de número de la Junta de Historia Eclesiástica Argentina, de la Academia Nacional Sanmartiniana, del Instituto Nacional de Investigaciones Históricas Juan Manuel de Rosas y de la Fundación Nuestra Historia.
Nacido en Buenos Aires el 15 de marzo de 1928, desde su juventud se interesó por la docencia y la investigación, titulándose como profesor en letras. Cursó sus estudios superiores en la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires, donde se recibió de procurador. Ha sido encargado de cursos y subdirector del Instituto de Extensión Universitaria de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales (UBA), donde impulsó una amplia gestión y publicó el folleto La Universidad de Buenos Aires en la época de Rosas (Buenos Aires, Ateneo Universitario de Estudiantes de Derecho, 1954). Se desempeñó como docente en el Colegio Guadalupe, Belgrano Day School, Instituto del Profesorado del Consejo Superior de Educación Católica y como rector de la Escuela de Comercio Arturo Gómez.
En 1949 se asoció al Instituto de Investigaciones Históricas Juan Manuel de Rosas, donde posteriormente fue director de la Revista de esa institución. Colaboró en Archivum, Cátedra y Vida, Revista del Instituto Nacional de Investigaciones Históricas Juan Manuel de Rosasy Nuestra Historia. Sus publicaciones más conocidas son: “El método activo en la enseñanza moderna de la historia y geografía” (Cátedra y Vida n° 33, Buenos Aires, 1960), “Los rectores de la Universidad de Buenos Aires en la época de Rosas” (Archivum t. VI, Buenos Aires, 1962), Historia del sable de San Martín (Buenos Aires, Theoría, 1963), “La enseñanza de la historia y el conocimiento de la realidad contemporánea” (Cátedra y Vida n° 45, Buenos Aires, 1963), “Monseñor Mariano José de Escalada y Juan Manuel de Rosas en vísperas del Primer Concilio Vaticano” (Archivum t. VII, Buenos Aires, 1963-1965), “El diálogo y el texto vivo en la enseñanza de la Historia” (Nuestra Historia n° 1, Buenos Aires, 1968), “Didáctica renovada de la Historia” (Nuestra Historia n° 14-18, Buenos Aires, 1975), “La comuna en Buenos Aires. Dimensión de la crisis anticlerical de 1875” (Actas del Tercer Congreso de Historia Argentina y Regional, Santa Fe-Paraná, 1977), “Contribución al estudio del Colegio Republicano Federal de Buenos Aires (Primer Congreso de Historia de la Confederación Argentina 1831-1852, Buenos Aires, 1977), “Reflexiones sobre la enseñanza de la Historia” (Nuestra Historia n° 22, Buenos Aires, 1978), Metodología de la enseñanza de la historia(Buenos Aires, Troquel, 1979), Los grupos políticos en la Revolución de Mayo (Buenos Aires, Macchi, 1987), San Martín, las logias, la revolución social y su amor por Buenos Aires (Buenos Aires, Fundación Nuestra Historia, 1998), Etapas históricas de la educación argentina (Buenos Aires, Fundación Nuestra Historia, 2002) y El Colegio y la Universidad de Buenos Aires en la época de Rosas(Buenos Aires, Fundación Nuestra Historia, 2005).
Hace algunos años, al prologar su obra El Colegio y la Universidad de Buenos Aires en la época de Rosas, Ramallo refutaba la opinión de algunos investigadores sobre esta temática: “Del análisis exhaustivo del material reunido, surgen interesantes observaciones acerca del origen, características, objetivos, contenidos, bibliografía, recursos didácticos, formas de evaluación. Actos académicos, actividades parasistemáticas, autoridades, profesores y alumnos de los establecimientos a que nos referimos. Todo lo cual nos muestra una intensa actividad docente en aquellos tiempos tan difíciles en que la primera prioridad no era precisamente la educación, porque importaba sobre todo asegurar la supervivencia de la Nación, amenazada por la intervención extranjera, tal como lo expresó el propio Rosas en 1840: al presentarse la libertad del pueblo argentino, es el sumo interés, a cuyo inmenso bien es preciso subordinar todo, y ocuparse de exigencias más vitales…De ahí que los juicios francamente peyorativos formulados por quienes se han ocupado del tema, nos resultan un tanto exagerados y, a veces, decididamente injustos” (pp.5-6).
Reafirmaba la enseñanza de la verdad histórica, palabras con actualidad en estos tiempos donde hay algunos divulgadores de triste memoria o aficionados a la politización de la historia: “Uno de los objetivos más importantes de la enseñanza de la Historia es el que se refiere a la necesidad de que ésta se fundamente en un absoluto respeto por la verdad y que propenda a la formación de un sólido patriotismo. Recordemos que Talleyrand afirmaba que la Historia es la mentira convenida, y que Rousseau, decididamente adverso a la enseñanza de la Historia, decía que es el arte de elegir entre varias cosas falsas la que más se asemeja a la verdad, opiniones ambas que pueden adquirir un sentido de realidad si quienes tienen a su cargo la investigación, la divulgación o la enseñanza de la Historia, se dejan llevar por sus pasiones personales e imprimen a los acontecimientos la orientación que ellos hubiesen deseado que tuvieren y no la que en realidad tuvieron” (Metodología de la enseñanza de la historia, p. 21).
Ramallo reflexionaba sobre la exclusión de los verdaderos patriotas como José de San Martín: “Poco después, San Martín, sin apoyo del gobierno de Buenos Aires, que no le brindó los recursos solicitados y proyectó, en cambio, negociar el fin de la guerra en el Perú, debió resignar la finalización de la campaña y retirarse al ostracismo. La Logia de Buenos Aires siguió en pie, pero con nuevos fines y nuevos rostros, transformada en la mezquina Logia Provincial,esa logia que desde mucho tiempo nos tiene vendidos: logia que en distintas épocas ha avasallado a Buenos Aires, que ha tratado de estancar en su pequeño círculo a la opinión de los pueblos: logia ominosa y funesta contra la cual está alarmada toda la Nación, como acertadamente la caracterizara Rosas en la prevención que le hiciera a Manuel Dorrego en la víspera de la revolución de Juan Lavalle. Alvear y Carrera, luego de tanta intriga y de tanta sangre, desaparecieron del escenario sin haber logrado sus propósitos y habiendo sido sólo instrumentos de intereses ajenos” (San Martín, las logias, la revolución social y su amor por Buenos Aires (p. 34).
La importancia del sable del general San Martín fue resaltada por Ramallo: “Entre los objetos que pertenecieron al Libertador General don José de San Martín, se destaca, con caracteres incuestionables, el sable que utilizara en sus campañas de la América del Sur. A tal punto que constituye, sin duda, la más preciada reliquia histórica expuesta a la veneración de los argentinos, por lo que representa como símbolo de la libertad de los pueblos que bajo su égida lograron ser dueños de su destino” (Historia del sable de San Martín, p. 9).
En el ámbito académico, se ha recibido con pena la noticia del fallecimiento del profesor Ramallo, pues, los colegas y amigos tenían por él no sólo un aprecio derivado de su obra intelectual y docente nacida de una auténtica vocación y dedicación al estudio, sino también su atrayente personalidad. Que descanse en paz.
S.O.P.