El pasado 4 de agosto falleció el Dr. Juan Carlos Arias Divito destacado historiador e investigador. Miembro entre otras instituciones de la Junta de Historia Eclesiástica Argentina, Instituto de Investigaciones de Historia del Derecho, Instituto Bibliográfico Antonio Zinny, Instituto de Investigaciones Históricas Escribano Jorge Garrido, Sociedad Mexicana de Historia y Filosofía de la Medicina, Instituto de Investigaciones Históricas de la Manzana de las Luces, Sociedad Argentina de Americanistas y la Fundación Nuestra Historia. La Real Academia de la Historia lo designó miembro correspondiente (no académico) por Argentina. Había nacido en Bolívar el 18 de octubre de 1926 y era profesor de historia egresado del Instituto Nacional Superior del Profesorado Joaquín V. González. Doctor en Historia por la Universidad Complutense de Madrid, fue investigador independiente del CONICET, de la cátedra de Historia de la Medicina y del Instituto de Arte Americano de la Facultad de Arquitectura y urbanismo (Universidad de Buenos Aires) y del Departamento de Historia de la Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional del Nordeste. La Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires lo distinguió como Historiador Porteño. Fue presidente de la Comisión de Estudios Históricos de Parque Avellaneda. Autor de Las expediciones científicas españolas durante el siglo XVIII; Mociño y la fiebre amarilla; Expedición botánica de Nueva España; Casas Virreinales 1782-1804; La misión de Juan Martín de Pueyrredón a España; Exenciones y privilegios a los empleados en la Renta del Tabaco y La Administración General y Factoría de Tabacos y Naipes de Santa Fe, 1779-1812 (2°premio otorgado por la Academia Nacional de la Historia). Colaboró en la revistas del Instituto de Investigaciones de Historia del Derecho, Archivum, Revista de Indias, Investigaciones y Ensayos, Historia Mexicana, Res Gesta, Anuario de Estudios Americanos, Cuadernos de Historia de España, Historiografía Rioplatense y Fundación Nuestra Historia.
El Río Paraná ha tenido una pronunciada baja de sus aguas que permitió que el pescador Jorge López el 4 de agosto encontrase siete eslabones entrelazados de un metro de longitud que se encontraban a cincuenta metros del lugar donde se desarrolló la heroica batalla contra la escuadra anglo-francesa el 20 de Noviembre de 1845. En esa oportunidad Juan Manuel de Rosas y Lucio Norberto Mansilla cruzaron el río con cadenas para dificultar el paso de la flota extranjera. El arqueólogo Mariano Ramos desde el año 2020 está a cargo de una comisión interdisciplinaria que hace estudios e investigaciones científicas en el lugar. Dicha comisión depende de la Universidad de Luján y estableció el lugar exacto donde estaban tres de las cuatro baterías de cañones, el campamento, el hospital de campaña, el terraplén, el depósito de municiones y donde se enganchaban las tres hileras de cadenas montadas sobre 24 barcazas de costa a costa. En el año 2013 otro pescador había encontrado seis eslabones con un total de 70 cms. La escuadra anglo-francesa estaba compuesta por once buques de guerra con 418 cañones de gran calibre y 880 soldados y noventa y dos buques mercantes cargados de mercancías que pretendían vender en Santa Fe, Entre Ríos y Corrientes. La Confederación Argentina sólo tenía seis buques mercantes y treinta cañones de menor calibre que se montaron en cuatro baterías astilladas con 160 artilleros. Las baterías eran la “ Restaurador Rosas “ al mando de Álvaro José de Alsogaray, la “ General Brown “ a cargo del teniente de marina Eduardo Brown, hijo del almirante, la “ General Mansilla “ a cargo del teniente de artillería Felipe Palacios y una cuarta de reserva “ Manuelita “ a cargo del teniente coronel Juan Bautista Thorne. El 20 de Noviembre de 1845 al amanecer la artillería de la flota anglo-francesa atacó a tres lanchones que patrullaban el río y luego de más de cinco horas de intenso combate las municiones de las baterías se agotaron y las tropas extranjeras intentaron un desembarco. Las tropas argentinas tuvieron 250 muertos y 400 heridos. Las barcazas que sostenían las cadenas fueran incendiadas y finalmente la flota anglo-francesa pudo cortar las cadenas, pero su nave insignia quedó a la deriva y dos bergantines quedaron fuera de combate y las otras naves tuvieron daños importantes. Sin embargo esa primera batalla sólo fue el comienzo de la Guerra del Paraná donde finalmente los invasores debieron retirarse con grandes pérdidas y firmar tratados de paz con la Confederación Argentina.